En un mundo en el que el estado cubre tus gastos de vida, ¿seguirías yendo a trabajar, volverías a la escuela o simplemente no trabajarías? Este concepto se llama ingreso básico universal (IBU) y es la política social más ambiciosa de nuestros tiempos. En 2017, el IBU está ganando impulso en todo el mundo, con los primeros ensayos en curso y un número creciente de países considerando su implementación como alternativa al bienestar social. Pero, ¿cómo funcionaría y cuáles son los argumentos a favor y en contra?
¿Qué es el ingreso básico universal?
En pocas palabras, el IBU es una transferencia monetaria regular que se otorga a todos los ciudadanos de un país, sin condiciones ni requisitos. En este escenario, el IBU se utiliza como una forma de redistribución de la riqueza y se mantiene el libre mercado. El monto del IBU varía, pero para este artículo, nos centraremos en el monto mínimo necesario para estar por encima de la línea de pobreza en los Estados Unidos: alrededor de $1,000 al mes o $12,000 al año.
Eliminar estereotipos equivocados
En cuanto al temor de que las personas gasten el dinero del IBU en vicios y dejen de trabajar, estudios demuestran lo contrario. La experiencia con programas similares en el pasado muestra que la mayoría de las personas siguen trabajando o buscan empleo. Además, la idea de que los pobres son perezosos y consumen más drogas y alcohol es un estereotipo, no una realidad respaldada por la evidencia.
Mejoras en la calidad de vida y más oportunidades
Las pruebas piloto del IBU realizadas en Canadá en la década de 1970 demostraron que solo alrededor del 1% de los beneficiarios dejaron de trabajar, principalmente para cuidar de sus hijos. Además, en promedio, las personas redujeron sus horas de trabajo en menos del 10%, y aprovecharon el tiempo extra para lograr metas como regresar a la escuela o buscar mejores empleos. El IBU brinda a las personas la seguridad necesaria para tomar decisiones que mejoren su calidad de vida y les brinden más oportunidades.
Limitaciones del sistema actual
Si bien los programas de bienestar y desempleo actuales intentan abordar la pobreza, a menudo vienen con muchas condiciones y requisitos. Estos programas pueden limitar la libertad personal y desperdiciar tiempo valioso persiguiendo empleos inapropiados o realizando tareas sin sentido. Además, muchos programas atrapan a las personas en la pobreza y promueven comportamientos pasivos, creando un techo que evita que las personas salgan de la pobreza y busquen oportunidades para mejorar su situación.
El impacto económico del IBU
El debate sobre cómo financiar el IBU varía según el país y sus condiciones económicas, pero hay opciones como eliminar todos los programas de bienestar y utilizar los fondos liberados para financiar el IBU. Además, se pueden considerar impuestos más altos para las personas de mayores ingresos. Según estudios recientes, un IBU de $1,000 al mes podría incluso aumentar el PIB en un 12% en ocho años, ya que las personas de bajos ingresos tendrían más capacidad para gastar y aumentaría la demanda general.
Perspectivas y desafíos
Aunque el IBU parece prometedor para eliminar la pobreza de manera sostenible y reducir el estrés en la sociedad, hay desafíos y cuestiones que deben tenerse en cuenta. Se requiere más investigación y pruebas a gran escala para comprender mejor cómo sería implementar un IBU.
Además, también debemos considerar qué tipo de IBU queremos y qué estamos dispuestos a sacrificar para pagarlo. Si bien el IBU puede no ser la solución perfecta, tiene el potencial de cambiar radicalmente nuestras sociedades y mejorar la vida de millones de personas.