¿Alguna vez has sentido que las cosas no son como deberían ser? ¿Que no eres lo suficientemente exitoso, que tus relaciones no son satisfactorias, que no tienes las cosas que anhelas? Este sentimiento de insatisfacción crónica nos empuja a mirar hacia afuera con envidia y hacia adentro con decepción. La cultura popular, la publicidad y las redes sociales solo empeoran esta sensación al recordarnos que conformarnos con algo menos que nuestro trabajo ideal es un fracaso. Nos dicen que necesitamos tener constantemente grandes experiencias, ser convencionalmente atractivos, tener muchos amigos y encontrar nuestra alma gemela. Y nos hacen creer que otros tienen todas estas cosas y son verdaderamente felices.
Afortunadamente, en las últimas dos décadas, los investigadores han estado estudiando cómo contrarrestar estos impulsos negativos. Ha surgido el campo de la psicología positiva, que estudia lo que hace que la vida valga la pena. Mientras tanto, la terapia cognitivo-conductual se ha desarrollado para cambiar sentimientos negativos. Los científicos se han preguntado por qué algunas personas son más felices y satisfechas que otras y si hay formas de aplicar lo que hacen bien al resto de nosotros.
La gratitud: el antídoto a la insatisfacción
Uno de los indicadores más fuertes de la felicidad, la facilidad para hacer amigos y la habilidad para lidiar con la adversidad es la gratitud. Si bien puede sonar como otra tendencia de mejora personal promovida por personas que usan hashtags, lo que sabemos sobre la gratitud se basa en investigaciones científicas y estudios.
La gratitud puede tener diferentes significados para diferentes personas en diferentes contextos. Puede ser un rasgo de carácter, un sentimiento, una virtud y un comportamiento. Puedes sentir gratitud hacia alguien que hizo algo por ti, por eventos aleatorios como el clima o incluso por la naturaleza o el destino. La gratitud está conectada a nuestra biología, ya que se originó como una señal biológica que motiva a los animales a intercambiar cosas en beneficio mutuo. Se puede encontrar en el reino animal, especialmente en primates.
Cuando tu cerebro reconoce que alguien hizo algo amable por ti, reacciona con gratitud para motivarte a devolver el favor. La gratitud te hace preocuparte por los demás y te hace importar a los demás. Este sentido de gratitud era importante en el pasado porque a medida que los cerebros humanos se volvieron más hábiles en la lectura de las emociones, se identificaron y rechazaron a las personas egoístas. Se volvió ventajoso evolutivamente llevarse bien con los demás y construir relaciones duraderas.
Los científicos descubrieron que la gratitud estimula las vías en el cerebro involucradas en los sentimientos de recompensa, la formación de vínculos sociales y la interpretación de las intenciones de los demás. También facilita el almacenamiento y recuperación de recuerdos positivos. Además, la gratitud contrarresta directamente sentimientos y rasgos negativos como la envidia, la comparación social, el narcisismo, el cinismo y el materialismo. Como consecuencia, las personas agradecidas, sin importar por qué, tienden a ser más felices y más satisfechas. Tienen mejores relaciones, les resulta más fácil hacer amigos, duermen mejor, sufren menos de depresión, adicción y agotamiento, y tienen una mayor capacidad para afrontar eventos traumáticos. En resumen, la gratitud hace que sea menos probable que caigas en una de las trampas psicológicas de la vida moderna.
Cómo hacer que tu cerebro sea más agradecido
La capacidad de experimentar más o menos gratitud no está distribuida de manera igual. Existe lo que se conoce como la «gratitud como rasgo», que determina cuánto puedes sentirlo. Esto depende de tu genética, personalidad y cultura.
Los investigadores se preguntaron si podrían diseñar ejercicios que cambien tu gratitud como rasgo y te lleven a ser más feliz. Uno de los ejercicios de gratitud más sencillos y respaldados por la investigación es llevar un diario de gratitud. Significa sentarte durante unos minutos de una a tres veces por semana y escribir cinco a diez cosas por las que te sientes agradecido.
Este ejercicio puede sentirse extraño al principio, así que comienza por cosas simples. ¿Puedes sentir gratitud por algo tan pequeño como lo bueno que es el café o que alguien fue amable contigo? ¿Puedes apreciar algo que alguien más hizo por ti? ¿Puedes reflexionar sobre qué cosas o personas echarías de menos si desaparecieran y estar agradecido de que estén en tu vida?
Todos somos diferentes, así que sabrás qué funciona mejor para ti. En numerosos estudios, los participantes reportaron más felicidad y mayor satisfacción general en la vida después de practicar esta técnica durante unas semanas. Incluso se han encontrado cambios en la actividad cerebral meses después de finalizar la práctica de la gratitud.
Practicar gratitud puede ser una forma real de reprogramarte a ti mismo. Esto demuestra que tus emociones no están fijas y que tu experiencia de la vida es un reflejo de lo que crees acerca de ella. Si atacas tus creencias centrales sobre ti mismo y tu vida, puedes cambiar tus pensamientos y sentimientos, lo que automáticamente cambiará tu comportamiento.
Es impresionante darse cuenta de que algo tan simple como la autorreflexión puede influir en los caminos de nuestro cerebro para combatir la insatisfacción. Y si esto no es motivo para ser más optimista, ¿qué lo es? Ser humano es difícil, pero no tiene por qué ser tan difícil. Y si miras de manera activa, es posible que descubras que tu vida es mucho mejor de lo que pensabas.