A finales del siglo XXI, la humanidad podría afrontar tiempos desesperados debido a devastadoras olas de calor, sequías y la disminución de los recursos alimentarios y pesqueros. En este terrible escenario, los gobiernos pueden recurrir a una solución radical llamada geoingeniería: intervenciones masivas para contrarrestar el cambio climático. Uno de esos métodos es la inyección estratosférica , que consiste en rociar partículas en la atmósfera para reflejar la luz solar y enfriar el planeta.
¿Por qué es esto necesario? El CO2 atrapa el calor en la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global. Al evitar que la energía quede atrapada, podemos enfriar el planeta. La naturaleza ofrece algo de inspiración, como la erupción volcánica del monte Pinatubo en 1991, que provocó una disminución temporal de las temperaturas globales.
En el caso de la geoingeniería, inyectar partículas de azufre en la estratosfera podría imitar el efecto de enfriamiento de un volcán. Algunos científicos creen que este método es factible y rentable, ya que requiere una pequeña flota de aviones que distribuyan aerosoles anualmente. Al reflejar suficiente luz solar, este enfoque podría ralentizar o detener el calentamiento global, proporcionando un tiempo crucial para abandonar los combustibles fósiles.
Desafortunadamente, existen posibles efectos secundarios a considerar. Las inyecciones de aerosoles pueden alterar los patrones de lluvia, impactando negativamente la agricultura y provocando hambrunas. También podrían dañar la capa de ozono, que es esencial para proteger la vida en la Tierra. Además, depender de la geoingeniería puede retrasar el cambio necesario hacia una economía neutra en carbono y no abordar la causa fundamental del exceso de emisiones de CO2.
La geoingeniería es un concepto complejo y controvertido. Si bien puede proporcionar un alivio temporal al cambio climático, no es una solución a largo plazo. Los científicos deben realizar más investigaciones y experimentos, teniendo en cuenta los riesgos potenciales y las consecuencias no deseadas. En última instancia, el mejor curso de acción consiste en hacer la transición de nuestras economías, reducir las emisiones de CO2 e invertir en fuentes de energía renovables.